El nuevo fármaco inyectable contra la obesidad

El nuevo fármaco inyectable contra la obesidad

Se pone a la venta un medicamento para perder peso, un campo en el que las opciones terapéuticas son escasas.

Si hoy en día existiera una piedra filosofal, probablemente no convertiría en oro todos los metales, sino que volvería delgado a aquél que la tocara. Sería el objeto más codiciado por gran parte de la población mundial afectada por sobrepeso u obesidad, que luchan día a día con un éxito limitado por alcanzar o volver a su peso ideal.

Como los alquimistas en la antigüedad en busca de la mitológica piedra, decenas de laboratorios farmacéuticos buscan hoy ese fármaco que ayude a adelgazar.

Quien lo consiga no sólo hará un gran servicio a la salud pública sino, para qué negarlo, será el dueño de lo que en el mundo farmacéutico se conoce como un blockbuster, un medicamento cuyo éxito en ventas está asegurado.

Se ha presentado en el año 2016 en Madrid un fármaco que hace frente a la obesidad y se une al único principio activo aprobado en España para esta enfermedad crónica, el orlistat. Pero lejos de ser esa piedra filosofal, el medicamento, cuyo principio activo es la liraglutida, viene con peros.

Su precio, elevado de cientos de euros al mes no financiados por la seguridad social, evitará que las personas acudan a la farmacia a agotar las existencias de Saxenda, su nombre comercial. Su forma de administración que contrasta con el medicamento orlistat, que se toma en comprimidos, el nuevo fármaco se inyecta por vía subcutánea. Así como los fármacos para la diabetes.

De hecho, la liraglutida es un viejo conocido para los diabéticos. En una dosis inferior (1,8 mg frente a los 3 mg de la nueva formulación) se utiliza para el control de esta enfermedad, en este caso sí financiado por la seguridad social Española.

Para el director del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra, Javier Salvador, la razón por la que los fármacos antiobesidad no se financian es sencilla: «No se considera una enfermedad, a pesar de que la Asociación Médica Americana la define así desde 2013».

El especialista cree que el precio del fármaco, aún siendo elevado, merece la pena por el mecanismo de saciedad que genera. Aún así, insiste en que debería de ser financiado al menos para algunos pacientes. «Supondría un ahorro para la sociedad», apunta.

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