Motor EmDrive
La conquista del espacio
Velas solares, impulsores de plasma, de antimateria… El astrofísico Miguel Ángel Sabadell nos muestra las tecnologías que nos permitirían colonizar el cosmos.
En el espacio, las distancias son enormes. Tanto, que la más rápida de nuestras naves tardaría miles de años en alcanzar la estrella más cercana. A mediados del año pasado corrió el rumor de que investigadores del Centro Espacial Lyndon B. Johnson de la NASA habían confirmado que era posible construir el revolucionario motor EmDrive, ideado por el ingeniero aeroespacial británico Roger Shawyer.
Este dispositivo utiliza las microondas que se generan en un magnetrón, por lo que no necesita combustible, solo una fuente de energía eléctrica. El problema, según sus críticos, es que parece violar uno de los más sacrosantos principios de la física, el de la conservación del momento lineal, que relaciona la masa y la velocidad. Aun así, los defensores del EmDrive creen que con él podríamos alcanzar el 9,4 % de la velocidad de la luz. Esto nos permitiría llegar a Marte en setenta días, y en 130 años, a Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano al Sol, situado a 4,3 años luz.
A lo largo de los últimos años, algunos científicos han intentado comprobar si este motor es factible, pero ningún resultado ha sido concluyente. De hecho, el rumor sobre el supuesto avance realizado en el citado centro de la NASA no fue más que el eco de una exageración convertido en fenómeno viral en las redes sociales.
Desde hace décadas está claro que para viajar largas distancias por el espacio no resultan rentables ni útiles los actuales propelentes químicos. El combustible acaba resultando un lastre. ¿No podría inventarse un motor que solventara el problema? Pues sí lo hay, y recibe el nombre de vela solar.
En vez de viento, esta emplea la luz para obtener el impulso necesario. Eso sí, tiene que ser enorme. Por ejemplo, para conseguir que un objeto de un kilo aumente su velocidad en 30 km/h cada segundo, deberíamos utilizar una vela de un kilómetro cuadrado.
Otro revolucionario sistema de propulsión que, de momento, se encuentra a medio camino entre la ciencia y la ciencia ficción: el motor de antimateria. Cuando una partícula de antimateria, como un antiprotón, se encuentra con su correspondiente partícula de materia, el 100 % de la masa se libera en forma de energía.
Así, si aniquilásemos de este modo un kilo de materia con otro de antimateria, obtendríamos tanta energía como la que proporcionarían cuarenta millones de toneladas de TNT. Mejor aún, la velocidad límite teórica para este tipo de motor es la de la luz.