¿Cómo se conserva la sangre?
Cuando la sangre aportada por los donantes va a almacenarse en su totalidad, se preserva a una temperatura de entre 2 ºC y 6 º C durante aproximadamente un mes. Pero hoy lo normal es aislar los distintos componentes sanguíneos –glóbulos rojos, plasma, plaquetas–; solo hace falta la sangre completa en las transfusiones masivas.
En el caso de los glóbulos rojos o eritrocitos, estos se extraen mediante un proceso de centrifugación llamado eritroféresis.
Son usados en las anemias resistentes a la medicación convencional, así como para reponer los hematíes perdidos tras un accidente, una operación o un parto. Congelados a -80 ºC, pueden reaprovecharse incluso años después de su extracción.
Mediante la plasmaféresis se obtiene el plasma, la fracción líquida y acelular del líquido rojo que dura hasta un año a una temperatura constante de -30 ºC. Se reserva para trasfundir a los pacientes en cirugías cardiacas si hay que revertir terapias anticoagulantes o en los tratamientos de hemofílicos, ya que una aportación de ese fluido puede salvarles de una hemorragia fatal.
Por último, la citaféresis provee a los bancos de sangre de plaquetas, vitales para los enfermos de leucemia, por ejemplo. La vida de estos fragmentos sanguíneos es la más efímera: su fecha de caducidad expira pasados cinco días fuera del cuerpo del donante, y se mantienen a 22 ºC.