Trasplante de cabeza
Le han llovido duras críticas pero el neurocirujano italiano Sergio Canavero defiende su proyecto de trasplante de cabeza que suscita esperanza contra la parálisis espinal y afirma que «muchos ricos» ya le han contactado para «tener un nuevo cuerpo».
En una entrevista telefónica con Efe, Canavero no tiene dudas y opina sobre su proyecto que sólo tiene el «límite mental de la humanidad».
Este especialista de 51 años, que trabaja en el hospital «Le Molinette» de Turín (norte) presentará el próximo junio su proyecto durante la Conferencia anual de la Academia Americana de Neurólogos y Cirujanos Ortopédicos, prevista en Annapolis, en Estados Unidos.
«Este experimento saldrá perfectamente y lo demostraré en junio al mundo entero», responde Canavero a las críticas y descalificaciones que ha recibido de prestigiosos neurocirujanos de todo el mundo.
Canavero no quiere entrar en cuestiones técnicas, dice que quién esté interesado puede leer sus publicaciones, pero cuenta con detalle lo que ocurrirá en la sala de operaciones.
«En la sala se deberán encontrar las dos personas, la que donará el cuerpo y la otra que recibirá el cuerpo. La cabeza que será trasplantada se enfriará a una temperatura de 12 grados y después se procederá a seccionar la cabeza de ambos – vasos sanguíneos, músculos, huesos – y después comenzará la fase en la que el paciente recibirá su nuevo cuerpo», explica Canavero.
Comenzará la fase que no encuentra aún respuestas para una gran parte del mundo científico, es decir, cómo unir la médula espinal y los millones de terminaciones nerviosas que hacen posible que se mueva nuestro cuerpo.
Canavero explica sumariamente que se utilizará para unir todas las terminaciones nerviosas el polietilenglicol, una especie de «pegamento» plástico que, asegura, está revolucionando la medicina.
«La intervención durará unos dos días, para ello se necesitan muchísimo dinero, unos 10 millones de dólares, y un equipo de unas 150 personas entre médicos y auxiliares», señala.
Pero la logística no es un problema, añade Canavero, pues anuncia que ya cuenta con «decenas de patrocinadores dispuestos a financiar el proyecto, decenas de médicos, cirujanos, también de España, quienes se han mostrado dispuestos a participar a la operación».
«Me ha escrito mucha gente de todo el mundo. Muchos de ellos estarán durante mi presentación en Estados Unidos. El dinero para la financiación técnicamente ya lo tengo, pero el cheque con los fondos será públicamente mostrado en Annapolis», asegura.
«¡Cuando se da todo este dinero quiere decir que alguien cree totalmente en este proyecto porque la gente no tira así el dinero!», defiende el neurocirujano italiano.
Para Canavero su proyecto es criticado porque «amenaza» a quienes hasta ahora no han obtenido resultados en la materia, pero además porque «se tiene miedo» y es un «limite mental» pues argumenta que se entrará con él en la posibilidad de alargar la vida indefinidamente.
«Uno de los motivos de todas estas críticas es que cuando haya llevado adelante el primer caso se abrirá la caja de Pandora y los ricos se podrán dar un nuevo cuerpo, ya que serán los únicos que podrán pagarse esta intervención», explica.
Y revela: «Le puedo asegurar que muchísimos ricos ya me han contactado para cambiar de cuerpo».
«Estamos a un paso de extender la vida indefinidamente porque cuando una persona tenga 80 años yo le podré dar un nuevo cuerpo y podrá vivir otros 40 años», argumenta con total seguridad.
Aunque es consciente de que la técnica se irá mejorando con el tiempo, ya que según sus estudios tras la operación seguirá un mes en coma inducido y más de un año de fisioterapia para poder caminar, vaticina que en cuatro o cinco años la técnica será perfecta «y tendrá consecuencias inimaginables».
«Yo no me podría imaginar el mundo que existe detrás de todo lo que tiene que ver con alargar la vida, pero le aseguro que hay personas que quieren conseguirlo de todas maneras y yo estoy en medio», comenta.
Canavero tiene ya a su voluntario, Valeri Spiridónov, un ruso de 30 años con atrofia muscular espinal, pero queda el mayor problema, la aprobación de la operación por un comité ético.
Tras ello, en dos años, asegura, será capaz de formar y entrenar al equipo médico que participará en la operación que, dice, «cambiará para siempre la historia humana».
Y concluye: «Será mi respuesta a la ética, porque realizaré esta intervención porque nadie quiere estar como está Valeri».