Confesiones de un neurocirujano
El libro ha sido descrito como «un recuento extraordinario y franco de la vida y el trabajo de un neurocirujano moderno, con sus triunfos y sus desastres».
Se trata de «Do no harm» (No hacer daño), las memorias del médico británico Henry Marsh, especialista del Hospital St George en Londres y uno de los cirujanos cerebrales más importantes de Reino Unido.
Marsh describe en su libro cómo es que día a día debe tomar las decisiones más difíciles, de vida o muerte, en su práctica.
El libro toma su título del juramento hipocrático que se aplica a la medicina, «Primero, no hacer daño», lo cual en neurocirugía tiene un especial significado por los enormes riesgos que se toman en esta especialidad.
«Lo que distingue a la cirugía del cerebro de otras cirugías es que es sumamente peligrosa», explica el doctor Marsh en una entrevista con la BBC.
«Porque en el cerebro, siendo tan delicado y vulnerable, cualquier error mínimo, cualquier mala suerte, puede tener un profundo efecto en la vida de un paciente».
«Como desactivar bombas»
En sus memorias el médico compara a esta cirugía microscópica con el trabajo de desactivación de explosivos, con las mismas consecuencias catastróficas que tiene cualquier error.
Es una práctica, dice, en la que cada dia «se toman decisiones tormentosas, a menudo con una enorme urgencia e incertidumbre».
«Tomamos decisiones sumamente importantes. Son decisiones sobre valores humanos, sobre tratar de conocer al paciente, de analizar la calidad de vida que se puede lograr o no con el tratamiento», le dice el autor a la BBC.
«Porque, como en cualquier operación quirúrgica, se trata de analizar el riesgo de someterse a una cirugía con el riesgo de no someterse a ella».
«Con la cirugía cardíaca el paciente puede morir o vivir con la cirugía. Y cuando vive a menudo logra una buena calidad de vida gracias a la operación».
«Pero con la cirugía cerebral es totalmente diferente. No quiero sonar horrible pero hay cosas que son peores que la muerte».
En sus reflexiones, el cirujano habla con absoluta franqueza sobre lo que se siente, literalmente, meter la mano en la cabeza de la gente.
Tal como lo describió la Revista Médica Británica, «‘Do no Harm’ demuestra que hay excepciones a la regla general de que los cirujanos nacen arrogantes, aprenden arrogancia o se les impone la arrogancia».
«Es un especialista que recuerda sus errores más vívidamente que sus éxitos. Y alguien que, sorprendemente, tiene muy poca paciencia para la interferencia burocrática».
Lo más difícil
Como le cuenta Marsh a la BBC, lo peor es no saber qué decisión tomar con un paciente.
«Lo más difícil, en particular para un cirujano experimentado como yo, es cuando los pacientes y sus familias te dicen: ‘Bueno ¿usted qué recomienda?, usted es el experto'».
«A menudo los pacientes quieren saber: ‘¿Usted qué haría?’. El problema es que yo, muchas veces, no sé lo que haría, debido a la naturaleza de esta práctica que tiene tantas ramificaciones y especializaciones. Por ejemplo, con tumores cerebrales difíciles».
«No es que sean difíciles desde el punto de vista técnico, sino desde el punto de vista de las decisiones que se deben tomar sobre él. Porque muchas veces la evidencia no es totalmente clara sobre si el tratamiento logrará hacer una diferencia importante en la vida del paciente».
«Estos tumores a menudo son fatales a largo plazo, y no es claro si la cirugía prolongará la vida de la gente o si se justifica el riesgo al que será sometido el paciente en la cirugía».
«Y en ocasiones, realmente yo no sé cuál es la mejor decisión. Entonces estoy frente a un verdadero enigma», expresa el neurocirujano.
El libro ha sido extensamente elogiado en este país. Fue finalista del Premio Wellcome que anualmente se entrega a una obra, de ficción o no ficción, cuyo tema central esté vinculado a algún aspecto de la medicina, la salud o enfermedad.
Tal como Henry Marsh le dijo a la BBC, la cirugía del cerebro no sólo trata de la enorme satisfacción de salvar una vida operando, también hay desastres terribles y agobiantes arrepentimientos.
«Lo más difícil» dice «es tener que decirle al paciente: ‘No hagas nada. Ve a tu casa a morir, o vete a morir lentamente'».
«Para mí lo mejor siempre es hacer algo, principalmente cuando se trata de pacientes más jóvenes».